PALABRAS DE AMELIA



A mí me tocó vivir una vida que estaba presidida por valores que las mujeres debíamos respetar y encarnar, abusivos hasta la vergüenza con nuestras libertades y auto respeto. Entonces todas las familias eran conservadoras con las mujeres, incluso las de izquierda. Yo quería ir a la universidad, por encima de cualquier cosa, porque no me lo iban a poner fácil. En mis primeros años escolares yo no casaba bien con el ambiente, no conseguía caerle bien a las monjas que me endilgaban, no sé si eran ellas o yo, pero no encajaba.
Las leyes de Platón dicen cosas durísimas de la misoginia de la sociedad griega, pero en el fondo tú eliges con cuales te quedas, y te quedas con las que te permiten vivir y crecer. Las otras las archivas como bofetones que te va dando ese texto, y vas haciendo camino. Para ver un cuadro hay que salirse del marco, ningún personaje de Las Meninas puede ver el cuadro, sólo lo harían si pudieran dar un paso fuera y volverse.
Tengo una capacidad de trabajo grande y, en consecuencia, el sistema circulatorio muy estropeado, todo tiene un precio. Y lo del sistema circulatorio no es broma, tengo una amplísima minusvalía. Pero en cada lugar se aprenden cosas diferentes, y cada sitio de esos es espléndido y lleno de gente de la que aprender. Yo no sé dónde queda la torre de marfil de los filósofos, me gustaría que me dieran la dirección... El mundo se deja pensar si le das vueltas, y cuantas más perspectivas tienes, mejor. Es como si tuvieras que hacer una imagen con muchos espejos, la figura final que eres capaz de construir mejora cuantos más puntos de mira tienes. ¿Cómo se puede hablar de teoría política sin haberse dado un pequeño paseo por los pasillos del poder?, ¿o de la importancia de la estética en la construcción sin conocerla?
Esos temas, la obscenidad, la mentira, el olvido, tienen mucho que ver con el seminario que hizo durante muchos años Carlos Castilla del Pino en San Roque (Cádiz), donde trabajábamos temas nada habituales en el pensamiento académico español, y que te hacían reflexionar en cosas sobre las que normalmente no te parabas.
Yo mantengo que la mayor parte de la gente es bastante decente, por lo común procura no fastidiar a los demás, y menos sabiéndolo; paga sus deudas; cuida sus cosas; es limpia... Posee muchas de las virtudes corrientes que hacen la vida agradable. El problema es que a veces en democracia -que es lo mejor que hemos encontrado- puede haber gente que tenga la intención de aplebeyarla, volvernos a todos plebe, y eso es muy fácil. Y algunos medios de comunicación se están especializando en volvernos plebe. Eso es muy malvado porque no nos lo merecemos. Nos estamos gastando enormes sumas en educación para que todos puedan tener un aquel en el que estar en el mundo, para que alguien reduzca eso a nada volviéndonos plebe manejable, plebe romana, pan y circo, aunque ni siquiera ponen el pan... Lo hemos visto especialmente en la política italiana última, que era un espectáculo degradante. Pero creo que lo que pasa en nuestro país es otra cosa; que una parte, y digo sólo una parte, del partido que está en la oposición cree que va a ganar por el mismo método de la vez anterior. Está muy estudiado: volver a hacer lo que nos dio éxito una vez. Esa intoxicación enorme, terrible, en que terminó el último Gobierno socialista, ¿por qué no volver a repetirla?
La democracia puede tener mentiras, pero las mayores las tienen las dictaduras. La mentira no me parece el peor fallo porque puedes denunciarla. En el mundo en que vivimos los riesgos son enormes y hay que tomar decisiones que duren 30 años, pero sólo hay cuatro años para tomarlas y mucha gente en política no tiene el valor de arriesgarse a tomar decisiones impopulares. La única manera de hacerlo es tener un gran consenso en temas fundamentales de plazo largo y la democracia está imponiendo plazos muy cortos a los temas graves. Pienso que ese es su talón de Aquiles. Y algo que me extraña, es que en la primera democracia del mundo de la que todos hemos aprendido, la estadounidense, se hagan dinastías... ¿O sea, que la democracia se puede volver un sistema dinástico?



Creo que las mujeres por lo general, son más visibles. Aún no hemos ganado la mitad del mundo completo, ni mucho menos, y existe todavía una especie de doble mandato. Si una quiere estar tranquila, sabe que debe ser invisible. Pero si estás en un puesto público, eres visible. Entonces será más fácil tirar dardos contra ti que tirarlos contra un varón que tiene la piel más resistente y además, no le pueden tirar los mismos dardos. Creo que de momento, es un canon que hay que pagar. Además, existe una curiosa actitud de aquellos que han tenido el poder siempre y ahora observan a los recién llegados como a la espera de ¡ya meterás la pata! Existe un poco de esta malvada vigilancia respecto a las mujeres que ocupan lugares que antes eran masculinos. Y eso es igual para una de un puesto importante que para otra que es jardinera. Creo que con la paridad, esto se terminará.
Hay gente fantástica de la que uno aprende muchísimo, porque si no ves cómo funcionan las cosas, tus elementos de juicio pueden estar sesgados. Y de aquel periodo tengo excelentes amigos. Yo aprendí algo importantísimo: que la principal ley es la presupuestaria, y me parece un conocimiento del que no pienso abdicar. Presupuesto, no sobre todas las cosas pero sí sobre muchas; por ejemplo, sobre las declaraciones de intención. Tenemos unos desafíos planetarios tan grandes que necesitaríamos políticos que tuvieran un tamaño muy grande, o a lo mejor sólo es una ilusión óptica y lo que necesitamos es una ciudadanía muy corriente pero muy digna.
No hay tanta gente malvada, lo que pasa es que la maldad es ahora más fea que antes y la notamos más. Yo creo que la tentación de la política no es tanto mentir cuanto aburrir, hasta que se produce el desinterés. Es cierto que somos humanos, y eso significa que algunas tentaciones son muy difíciles de resistir. Por ejemplo, la tentación del dinero, que es muy poderoso y quien lo tiene sabe ponerlo delante de la gente. Hay días en que todos somos fácilmente tentables y el dinero es la mayor tentación porque parece prometer todas las cosas: longevidad, belleza, triunfo social, amigos... Por eso entre la gente y el dinero hay que poner muchas barreras, porque es demasiado fascinante.
La democracia es una escuela de Etica. Es el sistema político más fuerte que hayamos sido capaces de pensar. Hay que seguir perfeccionándolo. Tiene un compromiso ético, porque la democracia siempre está guiada por valores, no se trata simplemente de tomar decisiones por mayoría sino de tomar las decisiones más correctas. No siempre lo alcanzamos, pero es importante que se desee así.
Los ciudadanos han de ser responsables, pero como yo amo tanto el Presupuesto, echo de menos que las decisiones de algunos responsables públicos, sobre todo si son sumamente equivocadas, no estén respaldadas con su propio patrimonio. A lo mejor entonces no las tomaban tan alegremente.
Creo que necesitamos mucha ética porque nos enfrentamos a un mundo en riesgo. Tenemos más riesgos de los que queremos calcular, y necesitamos mucho saber moral y fuerza para poder manejar un mundo cada vez más complejo que exige instrumentos cada vez más sofisticados, incluidas las ideas. Necesitamos engrosar nuestro mundo en saber moral, tanto como lo tenemos engrosado en saber empírico o en saber tecnológico. Si no, nos estrellaremos. Tenemos en nuestras manos una capacidad para el bien y para el mal como nunca la hemos tenido. La filosofía tiene que centrarse ahora en enseñarnos a vivir.La Laicidad nos ha costado los últimos dos siglos y por ella se han peleado los mejores, que han pagado un precio alto. No podemos en absoluto abandonarla, ni tirarla a los pies de los caballos. Igual que no podemos ser anacrónicos y utilizar categorías políticas surgidas en los siglos XIX y XX para defender con ellas posturas pertenecientes a sistemas despóticos, porque eso es un anacronismo. Que un sistema despótico pida tolerancia es un anacronismo, porque no es una categoría que pertenezca a su tipo de representaciones o vocabulario, y estamos pidiendo tolerancia para instituciones y formas de comportamiento que a la modernidad le costó siglos abolir. Eso es un anacronismo. Y encima quienes te meten en esa extraña trampa creen que no estás segura de tus valores y por eso cedes, porque tus valores son blandos y no te los crees, cuando los buenos son los de “me dice Dios”... Por eso los ciudadanos no integristas de países musulmanes nos dicen: por favor, defended vuestros valores. A mí me lo han pedido: sed coherentes, defended vuestros valores, ¿es que no os importan?




La libertad individual avala una enorme cantidad de prácticas, pero no aquellas contra las cuales justamente se ha constituido; existe porque ciertas prácticas han sido abolidas. ¿Va a ser la libertad individual la que, en un extraño rizo, pueda legitimarlas? No es lo mismo si vives en un país donde los islamistas tienen mucho poder y quieres ir por la calle sin que te insulten, y te pones un velo, que ponértelo de forma reactiva en una sociedad occidental para decir “no soy de los vuestros”. ¿Hasta dónde se puede ser concluyente?, hasta donde nos diga la prudencia, y la prudencia en general dice: no cedas sin razón. No cedas ante un padre que va en vaqueros y camisa, pero su niña tiene que llevar pañuelo. ¿Lleva él chilaba?, ¿por qué son las mujeres las que tienen que portar los signos de identidad?
"Contemplemos plácidamente el experimento de ver qué sucede con todos los individuos contribuyendo a la suma de mal de la misma forma. A lo peor, ni el mismísimo Todo puede resistirlo". -Si el mundo consigue su equilibrio moral dejando sólo que un sexo perpetre todos los males que pueda y encargando al otro que cuide, estamos ante una visión del mundo limitada, gravemente falsa y además con ciertos tintes de ridículo. Entonces, ¿qué es lo bueno? ¿Lo de cuidar, lo de velar y proteger, o bien hacer lo que uno quiera? Pues nada, pongámonos todos a hacer lo que queramos, a ver hasta cuánto aguanta este fenómeno. O pongámonos todos a cuidar, ya que el enunciado tiene vuelta. Si no confiáis en vuestros valores lo suficiente para decir que todos nos dediquemos a eso... ¡por algo será!
No se nos puede exigir a las mujeres que aportemos algo especial para justificar el derecho a existir bajo los rayos del sol. Las cosas, o se hacen juntos o no se hacen. La reivindicación del mal significa que yo no tengo obligación de cumplir estándares más altos que otros; tengo derecho al estándar que el otro se pone, y si éste es de mediocridad, no me importará ser mediocre. Opino que para que la humanidad vaya bien, el estándar de excelencia debe de estar en ambos, pero me niego a entrar en el estúpido juego de tener que demostrar el doble para obtener la mitad. No juego, pura y simplemente no juego, no me parece serio ni honesto, me parece una trampa intelectual. Y sobre todo me niego a cualquier moral que esté sexualmente dividida, que juzgue según quién hace las mismas cosas, que diga que una misma conducta es loable en un varón y vituperable en una mujer. Si lo que hace uno está bien, la otra también. Y si lo que yo hago está mal, entonces mi derecho al mal existe.
Porque a veces queremos cosas que son contradictorias. El camino de la libertad es una senda muy difícil, Simone de Beauvoir la llamaba “la difícil gloria de la libre existencia”. Y es verdad, estamos a medias en muchas cosas. Hemos conseguido mucho, pero ¿en los grandes poderes económicos dónde estamos?, ¿y en el poder mediático, quién forma las opiniones?, ¿quién compra carne humana? ¿En el poder religioso, dónde estamos si alguien habla con los dioses y cuenta lo que éstos le transmiten -lo hayan hecho o se lo inventen-? ¿A quién pertenecen las grandes obras del Olimpo común de lo respetable: la creatividad, el dinero, la religión, la opinión, el saber? ¿Dónde estamos? No estamos. Por ejemplo, no hay mujeres en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, pese a que los mayores exponentes de este campo en España son filósofas y catedráticas de ética y moral. Somos recibidas como por cortesía, y eso es muy injusto. Afortunadamente, el feminismo nos ha enseñado a apreciarnos, y sobre todo nos ha enseñado a ser amigas, y eso es fantástico, porque el antiguo sistema nos obligaba a ser enemigas, desconfiadas, incrédulas del mérito de las otras.
Dice Locke, que era un genio, que no nos debe asustar la gran cantidad de personas que sustentan opiniones equivocadas, porque en su mayoría no las sustentan sino que las repiten, y cuando esas opiniones caen, la gente las abandona; lo que quiere decir que su capacidad era más pequeña de lo que pensábamos. La gente, cuando se le pregunta, contesta lo que cree que tiene que contestar, a veces incluso creo que piensa lo que cree que debe pensar...
Pero es que yo no quiero competir con los varones, quiero la mitad de todo. Quiero cambiar el orden completo para que el orden completo prevea que es justo que nosotras tengamos la mitad de todo. No quiero jugar a la figura de la hermanita o cosas por el estilo. Me cansé, pero es que mis abuelas ya estaban cansadas. No quiero ser excelente, ni especial. Sólo reclamo mi derecho a no ser excelente, según ese modelo. En ese sentido reivindico el derecho al mal, un mal que giraría el sentido actual del mundo
El feminismo lo que nos ha enseñado en todo este tiempo de lucha es a caminar juntas de la mano. Y la filosofía...
Es una especie de vocación. Tiendes a ordenar las ideas, a pensar cómo es el mundo y en un momento determinado te das cuenta de que tu forma de verlo siempre es divergente respecto a otra. Así que cuando piensas así y te encuentras con la filosofía, ves que ese es tu camino. Y aunque también tiene sus exigencias, es algo magnífico porque nos ayuda a pensar el mundo. No cambiaría de profesión por nada. Creo que la libertad es posible y está aquí metida, en la filosofía. La libertad de pensamiento es algo asombroso.

Palabras de Amelia Valcarcel,Filosofa.-


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