POEMARIO ISLEÑO


LA ISLA




De las corrientes brotan multiples triangulos que esculpen los arrecifes.
Lineas fijas y concéntricas que trazan el litoral,como si fueran resonancias de un cuerpo comprimido
e instalado verticalmente allí.


La acción de los limites abarca esta condición de exactitud.


Un pequeño remolino atrapa las ondas,las hace suyas,las devuelve.
Su léxico es el movimiento.


El océano dibuja una gran herida que es la isla.


El asalto del viento moldea sus multiples tamaños,dispersa los sentidos.


Su música es inesperada en la dirección,aunque previsible en la quietud.


Los peces reescriben el lenguaje volcanico.El litoral se derrama en el vacio.Y el océano sacude sus inmensas alas.Por la tarde,los pajaros perfilan objetivamente la piel de la costa.


Uno de estos gestos evoca el nucleo del espacio.Un puñado de líneas para organizar una dirección imperfecta.


A todo isleño,tambien,le interesa la geometría cuando respiera en el interior de la selva.


Transparente para las pupilas mitológicas,el matemático ha descubierto la ciencia de
la isla.


Latitud y proporciones en el mapa de la voz.El isleño deja guiar su oído hacia el primer lenguaje.




ARROYO,ARRULLO



Pausadamente se remansa el dolor,
macerado en interminables y desesperadas noches de soledad y vigilia.
La mañana pugna ferozmente por su diáfana luz
frente a la opacidad que aun arrastra el insomnio.
Avida de su mediodía,ansia por doquier el hilo de su sonrisa,
el eco de su armonioso canto.
Complice con el atardecer increpa el rudo ocaso.
Mas,conocedores ambos de tu irremediable partida,
merodean en pos de la penumbra
en la que se acuna tu definitivo sueño.

Como ellos,cumpliendo el ciclo de Las Horas,
yo te busco por todas las esquinas de la ciudad,
vociferando tu nombre,reclamando tu anhelada presencia.
Avariciosa,exploro los poros de mi piel,
y aquellos rasgos identificadores en mi rostro.

Aunque,consciente de tan infructífera labor,
pacto con la noche
e intercambio el pérfido insomnio,
la pertinaz vigilia,por placidos y límpidos sueños,
en los que se van hilvanando el tiempo de tu memoria,
vencedor de cualquier arte del olvido.

Asi,anegada por la luz matinal,
espero el calido
atardecer que de paso a tu sonrisa.

Remansado,padre,el dolor,
continuamos rio abajo con el latido fluir de  tu preciada sangre,
hasta la finitud de un marino mediodía.




BREVES


Aire
que arrastra
la isla.


Pendulo de aire
entre las manos.


Pinte un ojo de arroz.
Lo suspendi en una melodía
de loto.
La casa azul.


Se pelearon las hojas.
Estudiaba su caída.


El miedo mirándome en las hojas.


He visto a dos amantes trenzarse como nubes.
¡ Que diablos !
Los nudos existen para ser desnudados.


Dibujaba el vacio:
murmullo para una vela.


Ojo de
niño:
signo de vuelo.


Vientos
o mascaras,o gargolas de viento...


A cada nacer de estrella,
una grieta flotante.


Escondite del sol.


Descalza
la luz
al ondularse
la sombra
que nos viste.


Tatuaje
de mundo,
donde acabarte.
(poema)







PROMESAS


Cuando el sabor del dolor
deje de ser cruelmente amargo
y de paso a un tornasolado agridulce.

Cuando el arte del olvido
sea por fin vencido
por el tiempo feliz de tu memoria.

Entoces,
te ofrendare estas sencillas promesas:
mi dolor,
mi amor,
mi lealtad
y mi recuerdo.

Mas tarde compartiremos el definitivo silencio.





CONTIGO


Tu firme confianza
me humaniza.

Tu sutil encanto
me rescata.

Contigo,
guerrera y serena,
emerjo de todos los naufragios.





LOS PAJAROS INVISIBLES


 El silencio difumina las luces del alba,
formando una suma unidad de conocimiento.

Las nubes imitan el mismo volumen de claridad,
pero formulan otra clase de luz
cuando presienten el movimiento de los pajaros,
cuando irrumpen en esta invisible arquitectura,
disipandolo todo.

Las aves recogen el vacio
y lo expulsan con violencia,
bombean los canales aéreos,
dibujan las arterias del espacio.

Es,en ese lugar invisible,donde el pajaro
intenta definir sus signos,
donde arroja sus palabras triangulares,
donde se extingue todo el plumaje.

Tanta velocidad no puede ser enjaulada.

El pajaro se libera del manto de sus alas.

Su volumen se contrae con el impulso
para,luego,hacer parpadear el cielo.

En la costa,se sirven de las puntas de los mástiles
con el fin de corregir sus vuelos.

En ocasiones,las aves acarician el agua
con sus brazos de plumas.
Agitan el espacio y ascienden,
despojándose de sus huesos transparentes.

En ese instante,el pajaro olvida su cuerpo
y desaparece la visión triangular.

La ceguera recorre todos sus signos.

El silencio resulta abrumado con tanto silencio.

El color del espacio se ha tragado las respiraciones aéreas.

Blanco se muestra el horizonte.
Las manchas recorren el papel.
Las alas negras agitan la claridad de las hojas.

Los pajaros cuelgan inmóviles del cielo,
ajusticiados por su propio peso.



poemas de Paula Ojeda y Roberto Garcia de Mesa
imágenes de Luis Garcia Morales.

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