¿ TENEMOS DERECHO A MORIR SIN ACABAR LA HISTORIA QUE EMPEZAMOS ?
"Yo me siento aún colmada de angustia. Habréis de perdonarme, en los capítulos que hablo de la guerra y del destierro de los españoles, la reiteración de las palabras tristes. Sí, tal vez sean el síntoma de mi incapacidad como historiador. Pero no puedo disfrazarme. Ahí dejo únicamente mi participación en los hechos, lo que vi, lo que sentí, lo que oí, todo pasado por una confusión de recuerdos."
"Sí, abuela, me voy, sigo el viaje. He regresado para decírtelo: Rafael y yo no desuniremos nuestras manos jamás. Ya sé, ya sé. Adiós, abuela, adiós madre. Ya no estoy sola, ya no me contesta el eco cuando hablo en voz alta. Empiezo por mi cuenta y riego la vida. Nos vamos a Francia. Él es un poeta. ¿Le conoces? Abuela, ¿me recibirás cuando regrese? Y mi abuela Rosario contestó: Vuelve. Tú eres mi nieta. Esta es tu casa. Nada más."
"Era como si nos hubiésemos convertido en amigos solidarios y entrañables de todo obrero, de toda pobre mujer mal vestida, de todo necesitado de una palabra, de toda mano hambrienta... Renunciamos hasta el saludo de los amigos, bueno, los amigos dejaron de saludarnos... Sí, sí pero para combatir hay que odiar, hay que conocer la causa, la pobreza no es más que un signo, el problema es la división de los hombres en llamados y olvidados, se trata de terminar con una sociedad basada en la desigualdad, en las clases, concluir con la plusvalía..."
"Estoy cansada de no saber donde morirme. Ésa es la mayor tristeza del emigrado... Estoy cansada de hilarme hacia la muerte. Y sin embargo, ¿tenemos derecho a morir sin concluir la historia que empezamos?"
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